dimarts, 23 de març del 2010

Verdad en TV3


Los que tenemos constancia del control de nuestras palabras en artículos y tertulias de radio (y hemos sido incluidos en listas negras) no nos extrañamos de que a los dirigentes del PSC les haya irritado la entrevista que le hizo Mònica Terribas en TV3. El socialismo catalán soporta muy mal la crítica allí donde gobierna. Lejos quedan sus encendidos cantos al pluralismo y a la función escrutadora de los medios públicos cuando Pujol presidía el Govern de la Generalitat. Curiosamente, en los ayuntamientos donde el PSC tiene mayoría, la plasmación de estos altos principios en los medios de titularidad municipal es perfectamente descriptible.
Este planteamiento tramposo tiene varios corolarios que intoxican la vida periodística hasta lo grotesco: por ejemplo, si un periodista ha desempeñado responsabilidades como jefe de comunicación en la órbita del PSC o de ICV, puede volver al otro lado como un excelente profesional independiente; si el periodista, en cambio, ha trabajado en la órbita de CiU, se le estigmatiza como sospechoso de un crimen terrible. Es lo habitual. Cuando Martí Anglada fue candidato a la presidencia del Col·- legi de Periodistes, los supuestos progresistas recordaron como algo indecoroso que el prestigioso periodista había dirigido los servicios de prensa del Partido Reformista Democrático que impulsó Miquel Roca en 1986. Hay siempre dos raseros. La supuesta superioridad moral de la izquierda produce este festival de sectarismos.

Un país que se dedica a debatir sobre la labor de la entrevistadora en vez de analizar las palabras del presidente es un país que necesita ir al psiquiatra con urgencia. Hablemos, pues, del entrevistado. El problema de Montilla no son las entrevistas incisivas, sino las entrevistas, a secas. ¿Vamos a descubrir, a estas alturas, que elemperador va desnudo? Montilla –y Xavier Sala i Martín ya lo puso en evidencia cuando le entrevistó para La Vanguardia durante la campaña del 2006– no tiene la rapidez, la flexibilidad ni la seguridad en sí mismo que se espera de un líder. La entrevista de Terribas tuvo el gran acierto de mostrarnos a Montilla sin máscara, más allá de la propaganda y el marketing, enfrentado sin red a una realidad que le supera.

Pocas veces la verdad se ha visto tan nítidamente en la pequeña pantalla. Lo extraño es que los asesores de Montilla no calcularan el riesgo. ¿Tan poco le conocen? Hasta en la biografía oficial del president, de reciente aparición, se habla de esto: "Certament, José Montilla, anomenat Guerrillero quan feia política en la clandestinitat, està en una situació d'inferioritat de condicions clamorosa davant una periodista guerrillera com és la directora de la televisió pública catalana".

Terribas cometió un pecado que el PSC no le perdonará nunca: hizo que la indudable falta de liderazgo que lastra a Montilla aflorara en directo, ante la audiencia, con todo su esplendor. Demasiada verdad para gente tan poco acostumbrada a ella.