dimarts, 16 de març del 2010

Las diez plagas del tripartito

El Govern ha tenido que afrontar todos los azotes de la naturaleza pero no ha sabido dar la talla

El pintor inglés John Martin, que se especializó en reproducir escenas bíblicas, tiene un cuadro titulado La séptima plaga de Egipto, en el que refleja la desesperación de una familia ante un cielo desbocado del que cae granizo de agua y fuego. El óleo, que figura en el Museo de Arte de Princeton, se inspira en uno de los castigos que, según el segundo libro del Antiguo Testamento, tuvo que soportar el pueblo egipcio al negarse su faraón a dejar volver a su patria a los esclavos israelitas a fin de poder adorar a Dios. El segundo tripartito catalán ha sido sometido en sus tres años y medio de existencia a toda suerte de desmanes de la naturaleza: sequía, tormentas, vendavales, incendios, nevadas... que casi parecen un castigo de la providencia. Pero en cualquier caso, estas fuerzas desatadas deberían haber servido para poner de manifiesto la capacidad de gestión de un gobierno ante una situación sobrevenida. Sin embargo, la sensación que tienen los ciudadanos es que le ha faltado comunicación, sensibilidad y decisión. Es decir, casi todo. No ha tenido fortuna el Govern ante tanto azote de las inclemencias meteorológicas, pero pocos dudan de que no ha sabido dar la talla.

La pasada semana empezó con una nevada y ha terminado con el enfado generalizado del país. Escuchando a los alcaldes de los municipios gerundenses más afectados afirmar sin tapujos que se han sentido abandonados e impotentes ante el desastre eléctrico, resulta evidente que de nuevo el Ejecutivo catalán ha estado alejado de la realidad. Se diría que los altos cargos sólo se sienten cómodos en el interior del coche oficial, cuando se les paga para que pisen el terreno, se ensucien los zapatos y oigan a los vecinos. No basta con el president girando una rápida visita el martes y fotografiándose con el abrigo puesto en el cuartel de la policía de Platja d'Aro. Y desde luego no es de recibo el discurso del secretario general de Interior, Joan Boada, que se pasa la vida riñendo a los demás sin aceptar responsabilidades propias. Fue él quien minimizó la situación cuando las emisoras de radio denunciaban el caos en la carretera y era él quien debía movilizar los recursos ante una situación excepcional.

El ciudadano está preocupado y en las comarcas gerundenses la indignación es mayúscula. Los alcaldes, sin importar el partido al que representan, se han sentido poco apoyados y están quejosos de la actuación del Govern. Son ellos quienes han tenido que dar la cara, sabiendo que en estas situaciones excepcionales, allí donde no llegan los recursos, al menos debe aparecer el factor humano.

Un país de calidad no es aquel en que nunca falla nada, sino aquel otro cuyos gobernantes son capaces de movilizarse con celeridad y eficacia ante la emergencia. Incluso contra los castigos bíblicos, aunque sólo sea para que los electores no piensen que la plaga son los que van en coche oficial.